Tristeza, apatía, desgana, cansancio excesivo, angustia... son algunos de los síntomas relacionados con la depresión.
Si bien es cierto que tener alguno de estos síntomas no implica necesariamente padecer una depresión, hay momentos en la vida que atravesar un estado de ánimo bajo y sufrir alguno de estas manifestaciones ya suele ser motivo de consulta.
Muchos de los trastornos en psicología tienen un origen diferente a los factores que mantienen el problema, y la depresión es uno de los que más se observa esta característica.
Muchos pueden ser los motivos implicados en la aparición de un estado depresivo: estrés, ansiedad, eventos traumáticos, etc. En ocasiones puede aparecer sin motivo aparente, con lo que la forma de abordarlo va a depender de aspectos relacionados con las circunstancias, hábitos de vida, modos de afrontamiento emocional y otras cuestiones relacionadas con la persona.
Motivación, autoestima, toma de conciencia, revisión de los hábitos de vida, valoración de la personalidad y los estados de ánimo... en definitiva, se trata de devolver a quien padece este tipo de síntomas, la ilusión por vivir y llevar a cabo proyectos que lleven a la persona a la movilización e implicación en el proceso de cambio.